valores humanos – Cruce de caminos

 

Recorriendo las páginas de la historia, desde una óptica negativa, podemos comprender que en el mundo siempre ha habido guerras, miseria, pestes y crueldades del hombre con el hombre. Y que en todos los tiempos, ha habido personas anunciando el fin o proclamando la llegada de tiempos de crisis imposibles de superar.

Érase una vez un hombre que vivía muy cerca de un importante cruce de caminos. Todos los días, a primera hora de la mañana, llegaba hasta allí, donde instalaba un puesto ambulante en el que vendía bocadillos que él mismo horneaba. Como era sordo no escuchaba la radio. Tampoco veía muy bien, de ahí que jamás leía los periódicos. Pero, eso sí, hacía y vendía exquisitos bocadillos.

Meses después alquiló un terreno, lejos de aquel cruce, colocó un gran letrero de colores y comenzó a reclamar la atención de su negocio gritando a todo pulmón:

—¡Compre deliciosos bocadillos caliente!—, anunciaba voz en grito. Y la gente acudía y le compraba cada día más.

Aumentó la compra de insumos y alquiló un terreno más grande y mejor ubicado. Sus ventas se incrementaron día a día. Su fama aumentaba y su trabajo era tanto que decidió buscar a su hijo, un hombre de negocios de una gran ciudad, para que lo ayudara el negocio.

A la llamada de su padre el hijo le respondió:

—¡Pero papá, no escuchas la radio, no lees los periódicos, ni ves la televisión! ¡Este país está atravesando una gran crisis; la situación es muy mala, no podría ser peor!

El padre reflexionó en voz alta:

—Mi hijo trabaja en una gran ciudad, lee los periódicos, escucha la radio y tiene contactos importantes. Debe saber lo que habla.

Así que revisó sus costes, compró menos cantidad de pan y de cada uno de los ingredientes. Siguiendo con su política de ahorro redujo el tamaño de los bocadillos y los productos con que rellenaba estos empezaron a ser menos abundantes. Para colmo, dejó de darle publicidad a su negocio. Como era de esperar su fama y ventas disminuyeron progresivamente, y los beneficios económicos dieron paso a pérdidas y números rojos. Transcurrido un tiempo desmontó el letrero y abandonó el terreno.

Esa misma mañana llamó a su hijo y le dijo:

—Tenías mucha razón. Verdaderamente estamos atravesando una gran crisis.

Moraleja: La historia demuestra que sólo triunfan aquellos que creen poder hacerlo. Que no hay crisis o profecía alguna que pueda con un hombre que tiene la determinación de triunfar. Que si enfrentamos la noche pensando en el fracaso amaneceremos con el temor de fracasar… y probablemente fracasaremos.

El secreto de todo triunfo es creer en uno mismo, respetar nuestra intuición, saber escuchar, estudiar en profundidad cada situación, discernir y actuar con confianza, certeza y seguridad. Ser conscientes de que si logramos vencer las dificultades que se nos presentaron ayer, venceremos sin duda las de hoy, y que cuando llegue el momento tan temido, se dará en nosotros la fuerza, la voluntad y el criterio necesario para superar todas las dificultades.

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