AJEDREZ EDUCATIVO – Ya dejé secar mi ira

La impulsividad acostumbra a jugarnos malas pasadas. Y aunque a veces es difícil contenerse, lo más inteligente es tomar aire y contar setenta veces siete. Lo agradeceremos tanto como Mariana, la pequeña protagonista de “Ya dejé secar mi ira”, el relato corto de esta semana.

Mariana estaba muy feliz por haber ganado en la feria un juego de té de color azul; el mejor regalo de cuantos se sorteaban en la tómbola.

Al día siguiente, Julia, su amiguita, vino temprano a invitarla a jugar a su casa. Mariana no podía ya que tenía que salir con su madre aquella mañana. Julia, entonces, le pidió a Mariana que le prestase su juego de té para que ella pudiera jugar sola en el jardín del edificio en el que ambas vivían. Mariana no quería prestar su flamante regalo, pero ante la insistencia de Julia aceptó.

Al volver del paseo Mariana se quedó desolada al ver su juego de té tirado en el suelo. Faltaban algunas tazas y la bandeja estaba rota. Llorando y muy molesta, Mariana se desahogó con su madre:

—¿Ves, mamá, lo que hizo Julia conmigo? Le presté mi juguete, lo descuidó y lo dejó tirado en el suelo.

Totalmente desconsolada Mariana quería ir a casa de Julia a pedir explicaciones, pero su madre cariñosamente le dijo:

—Hija, ¿te acuerdas de aquel día cuando saliste con tu vestido nuevo todo blanco y un coche pasó y te salpicó de lodo tu ropa?

Claro que me acuerdo, mamá—, respondió Mariana.

—Al llegar a casa querías lavar inmediatamente el vestido pero tu abuela no te dejó y te dijo que había que dejar que el barro se secara, porque después sería más fácil quitar la mancha. Pues con la ira es lo mismo. Deja que se seque primero, que después será mucho más fácil solucionarlo todo.

Mariana no entendía todo muy bien, pero decidió seguir el consejo de su madre y fue a ver la televisión. Un rato después sonó el timbre de la puerta. Era Julia, con una caja en las manos. Sin más preámbulos dirigiéndose a Mariana le dijo

—¿Recuerdas al niño malcriado, el que a menudo nos molesta? Vino a jugar conmigo y no lo dejé porque estaba segura de que no cuidaría tu juego de té. En represalia me arrancó de las manos tu regalo y lo rompió. Cuando se lo conté a mi madre ella me llevó a comprar otro igualito para ti. Espero que no estés enfadada conmigo. No fue culpa mía.

Y Mariana comprendió el significado de las palabras de su madre. De no haber dejado secar la ira habría perdido su juego de té y, lo más importante, una amiga.

Moraleja: Nuestra madurez se manifiesta en el modo que reaccionamos ante la contrariedad. Evitemos tomar decisiones en caliente. Es fundamental mantener la cabeza fría y actuar reflexivamente, sobre todo en situaciones adversas o que nos disgustan; de lo contrario podemos lamentarnos para siempre.

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