AJEDREZ EDUCATIVO – No estás solo

El relato corto elegido para la ocasión, que lleva por título “No estás solo”, nos recuerda que si hemos nacido para vivir en sociedad es porque nos necesitamos los unos a los otros. Sin nuestros semejantes y su inestimable ayuda en momentos críticos nuestra existencia se volvería muy complicada.

En un pequeño pueblo donde todos se conocían y saludaban por las calles el pequeño Álex vivía con su madre. No tenían mucho dinero y ella estaba enferma. Álex sabía que tenía que hacer algo, pero le daba vergüenza pedir ayuda.

—¿A quién podría pedirle ayuda si mamá y yo estamos solos aquí?—, se preguntaba el pequeño.


Salió al jardín por un poco de hojas del árbol de limón para hacerle un té a su madre y vio a la señora Susi, la mujer que vivía junto a su casa.

—Hola Álex, ¿como está tu mama? No la he visto desde ayer.

—Muy bien señora. Muchas gracias—, respondió el niño con voz titubeante.

Álex entró a su casa a hacer el té. En ese preciso momento llamaron a la puerta. Al abrir vio que era don Antonio, el panadero.

—Hola Álex. Desde ayer tu madre no va por el pan. Por eso se lo he traído personalmente. ¿Está ella bien?

—Sí, gracias—, dijo Álex y entro de nuevo a la casa sin entender por qué esas personas preguntaban por su madre.

Al anochecer su mamá empeoró. ¿Qué podía hacer? Entonces recordó a las personas que habían ido a preguntar por su madre y pensó que si se habían tomado la molestia de ir era porque realmente se interesaban por ella. Sin pensarlo más acudió a casa de la vecina Susi, a quien explicó el motivo de su presencia allí.

—¡Qué mal que no me hayas avisado antes! Solucionemos esto de una vez—, le contestó su vecina.

Susi, a su vez, le explicó la situación a Antonio, el panadero, y le pidió que trajera al médico, mientras ella se dirigió a casa de Álex. Cuando llegó vio que la madre del pequeño tenía fiebre, así que sin más dilación la metió en la bañera para quitársela.

En cuanto llego el doctor entró a examinarla, mientras doña Susi y don Antonio le prepararon la cena a Álex y su mamá. El médico les explicó que la mujer tenía una infección. Nada de importancia si se atajaba a tiempo, para lo cual le puso una inyección con la que la madre de Álex, al rato, comenzó a sentirse mejor hasta que horas más tarde estaba totalmente recuperada.

Alex entendió que él y su madre no estaban solos como creía. Que siempre hay gente buena que nos aprecia y puede ayudarnos. Todo es cuestión de aprender a pedir ayuda cuando la necesitemos.

Moraleja: De manera equivocada solemos creer que recurrir a la ayuda del prójimo es una muestra de debilidad que nos presenta ante aquel como seres vulnerables. Por ello nuestro orgullo actúa inhibiéndonos en cualquier iniciativa para solicitar ayuda. Aprendamos a pedir ayuda. Hacerlo no nos va a convertir en seres débiles ni va a desarrollar en nosotros una dependencia permanente.

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