AJEDREZ EDUCATIVO – La leyenda del invitado

El relato de esta semana es una historia muy antigua que se sigue narrando actualmente en México. “La leyenda del invitado” habla de Chilavete, un indígena que dio una gran lección de tolerancia y apariencia a los más poderosos. ¿Quieres saber qué hizo?

Chilavete era un indígena azteca muy apuesto y apreciado por todos. Cuando los españoles llegaron a su poblado no dudaron en invitarlo a sus lujosas fiestas.

Pero para entrar en las fiestas Chilavete tenía que vestirse con la típica ropa europea. Era un precepto impuesto por los españoles. Sin embargo, el indio enseguida se cansó, porque la vestimenta la resultaba muy incómoda. Así que un día decidió acudir a una de las fiestas con su traje de selva habitual, que consistía en una simple piel.

Cuando Chilavete llamó a la puerta, el criado de los anfitriones de la casa le miró de arriba a abajo y decidió prohibirle el paso. Chilavete se alejó muy triste.

Al día siguiente volvieron a invitarle a la misma casa y esta vez acudió con un lujoso traje de lino. En esta ocasión, faltaría más, le dejaron entrar. Una vez dentro el indígena se sentó junto al más poderoso de los allí presentes.

Pero en cuanto trajeron la comida Chilavete comenzó a restregarse los alimentos por el caro traje de lino. Todos se extrañaron de aquel comportamiento y le preguntaron asustados:

—Chilavete, ¿por qué haces esto?

El indio, muy sereno, respondió:

—Cuando vine tal y como soy de verdad no me dejasteis entrar. Y hoy, que voy vestido de algo que no soy, me sentáis en el mejor lugar. Entiendo por lo tanto que estos alimentos no son para mí sino para mi ropa.

Y así, Chilavete se levantó y se marchó, dejando a todos con la boca abierta.

Moraleja: Esta preciosa leyenda nos brinda la oportunidad de hablar de la necesidad de la tolerancia y el respeto a las costumbres de otras culturas. El que llega de fuera es el invitado. En este caso, los españoles; no Chilavete.

Asimismo extraemos otra conclusión: no juzguemos las apariencias. La ropa es puro ornamento. Lo que de verdad se debe valorar en las personas está en su interior.

Por último destacamos el arranque de honestidad que tuvo Chilavete. Con aquellas ropas se sentía disfrazado y se dio de que estaba siendo muy hipócrita por no ser fiel a sus raíces. Además, tuvo la impresión de que no le invitaban a él sino a ese otro que aparentaba ser como ellos. Por todo ello decidió liberarse de esa carga.

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