AJEDREZ EDUCATIVO – La anciana y el curandero

Para la semana que despedimos febrero para dar la bienvenida a marzo hemos elegido una fábula corta de Esopo titulada “La anciana y el curandero”, que nos invita a reflexionar sobre la honestidad, el valor de la justicia y a dónde nos lleva la avaricia.

Una mujer anciana y enferma comenzó a notar que perdía poco a poco la vista pues veía todo borroso. Entonces se decidió a llamar al curandero del pueblo y prometió pagarle cuando terminara el tratamiento.

El hombre preparó unas gotas que tenía que echarle en los ojos a su paciente una vez a la semana, a la que visitaba y trataba en su propia casa. Cada vez que el curandero le echaba las gotas, la mujer no podía abrir los ojos durante un largo rato, circunstancia que aprovechaba el avaricioso curandero para llevarse algún objeto de la casa de la anciana.

El tratamiento se prolongó durante algunos meses, lo que supuso un buen número de visitas al hogar de la pobre mujer. A su conclusión el curandero se había llevado hasta los muebles de la casa.

—Ya está curada, así que puede pagarme el tratamiento—, le reclamó el hombre.

La anciana echó un vistazo alrededor de la estancia y respondió:

—No pienso pagarle.

El curandero se enfadó mucho y denunció ante los jueces a la mujer. El día del juicio, la anciana, dirigiéndose al juez, le dijo a este:

—Señoría, no pienso pagar un tratamiento que no me ha servido de nada. Ahora estoy mucho peor.

—¿En qué lo nota usted?—, le preguntó entonces el magistrado.

—Antes veía los muebles de mi casa. Ahora, sin embargo, no puedo ver ninguno.

Moraleja: La avaricia nos ciega y logra de sacar de nosotros lo peor de cada uno, mientras la deshonestidad no es digna de recompensa alguna. Por otro lado, la justicia siempre está de parte del honesto y la verdad brilla por sí misma. Precisamente para eso está la justicia: para hacer visible la verdad oculta. 

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