El relato de esta semana pone en valor la empatía y solidaridad entre las personas. Es su particular enseñanza de vida. Como reza el dicho, “hoy por ti y mañana por mí”, aunque a veces el supuesto mañana es hoy mismo. Lo entenderemos mejor con la lectura de “El problema”.
Un ratón observaba a un granjero y a su esposa abriendo un paquete. Sintió curiosidad por saber qué podría contener. ¡Pero se quedó aterrorizado cuando descubrió que era una trampa para cazar ratones!
Fue corriendo al patio de la granja a advertir a todos:
—¡Hay una ratonera en la casa; una ratonera en la casa!
La gallina, que estaba cacareando, levantó la cabeza y dijo:
—Discúlpeme, señor Ratón. Entiendo que es un gran problema para usted pero a mí no me perjudica en nada. No me preocupa.
El ratón se acercó al cordero y alertó a este a gritos:
—¡Hay una ratonera en la casa; una ratonera!
El cordero le respondió:
—Perdona usted, señor Ratón. No hay nada que yo pueda hacer, tan solo rezar por usted. Quédese tranquilo, será recordado en mis oraciones.
El ratón se dirigió entonces a la vaca, pero esta le contestó:
—¿Acaso estoy en peligro? Estoy segura de que no. No me incumbe, pues.
El ratón entonces volvió a casa, preocupado y abatido.
Aquella noche se oyó un gran escándalo, mucho movimiento y ruido. La esposa del granjero corrió para ver qué había ocurrido, pero en la oscuridad no vio que la trampa había atrapado la cola de una serpiente venenosa y, al acercarse, la serpiente mordió a la mujer. El granjero la llevó inmediatamente al hospital y después de atenderla, le dieron el alta, con la recomendación de que esa misma noche tomara un caldito caliente.
Al llegar a su casa el granjero, con su cuchillo, fue a buscar el ingrediente principal para hacer un buen caldo, la gallina, a la cual sacrificó.
Al cabo de los días, como la enfermedad continuaba, los amigos familiares y vecinos fueron a visitarla. Para darles de comer a todos el granjero mató al cordero.
La mujer, a pesar de los esfuerzos de su esposo, no mejoró y acabó muriendo. El granjero, como necesitaba dinero para el funeral, tuvo que vender la vaca.
Moraleja: Cuando escuches que alguien tiene un problema y no represente una carga a tu conciencia, recuerda esta historia, porque tal vez te acabe afectando directamente, como si el problema fuese tuyo.