Hemos aprendido que ingenio, esfuerzo, constancia y paciencia son las claves del éxito. El cuento corto “El prisionero y el escarabajo” nos recuerda para poner en valor los ingredientes de la pócima mágica.
Un hombre estaba encarcelado de por vida en lo más alto de una gran torre. Como no aceptaba esta separación, su esposa tomó la decisión de ayudarlo a escapar. Para ello ideó un plan…
Primero atrapó un escarabajo, al cual ató con suma delicadeza un hilo de seda extremadamente delgado. A continuación untó las antenas del insecto con una gota de miel. Por último, lo dejó al pie de la torre donde se hallaba cautivo su marido, con las antenas dirigidas hacia lo alto.
El escarabajo, en su afán de alcanzar la miel, trepó tanto que llegó a la ventana del prisionero. El hombre, entonces, lo agarró entre sus dedos y tras liberarlo del nudo que lo ataba al largo hilo de seda, tiró cuidadosamente de este. En su extremo había atado otro hilo más grueso, también de mucha longitud, que el hombre, empezó a recoger con laboriosidad. A este hilo seguía otro bramante extremadamente resistente y largo, que igualmente fue recogiendo despacio y con sumo cuidado. El hilo bramante empalmaba con una cuerda y, finalmente, atada a la cuerda, había una sólida soga que el hombre anudó en el interior de la celda para descender de la torre y huir con su mujer.
Moraleja: Muchas veces lo que la vida nos propone, bien sea una acción, trabajo o reto, requiere paciencia. Nos hará bien entonces ir paso a paso, sin estar demasiado pendiente de los resultados a corto plazo.