AJEDREZ EDUCATIVO – El lobo y la grulla

Esta semana volvemos a reproducir una conocida fábula de Esopo, con doble moraleja. Ayudar al prójimo nos reconforta con nosotros mismos y al mismo tiempo hace crecer como personas. “El lobo y la grulla” nos cuenta a quién debemos prestar socorro. Mejor dicho, a quién no. Y en qué condiciones.

En un lejano bosque vivía un malvado lobo que había sembrado el terror entre sus vecinos, un sinfín de animales de múltiples especies con quienes compartía hábitat.

Un buen día el lobo devoraba a su última presa, y lo hacía con tal voracidad que terminó atragantándose con hueso, que quedó atravesado en su garganta. Por más que lo intentó no fue capaz de escupirlo, por lo que empezó a correr por todas partes en busca de auxilio. Al ver al lobo fuera de sí, gritando, todos los animales huyeron despavoridos a sus guaridas.

Cuando estaba a punto de arrojar la toalla, desesperado ante la suerte que corría su vida, encontró a una grulla y le pidió gimoteando que le salvara de aquella situación. A cambio le prometió que le pagaría su correspondiente recompensa. La grulla aceptó e introdujo su cabeza en la boca del lobo. Y aunque el hueso estaba muy incrustado, el ave, con gran cuidado y precisión, consiguió extraerlo después de un rato, justo cuando el lobo comenzaba a tener problemas para respirar.

Entonces la grulla pidió al lobo la paga previamente acordada, en justo premio a su heroica acción. El lobo, con una sonrisa maliciosa, le respondió:

—¿No crees que es suficiente paga haber logrado sacar tu cabeza sana y salva de mi boca?

Moraleja: Como decíamos antes, esta fábula nos deja una doble lectura o moraleja. Por un lado, nos indica que nunca debemos hacer favores a gente malvada o sin escrúpulos, pues bastante premio tendríamos si nos dejan sanos y salvos. Una segunda lectura nos enseña a que siempre que nos prestemos a ayudar al prójimo debemos hacerlo desinteresadamente, sin la expectativa de recibir una recompensa a cambio.

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