En esta ocasión nos hemos decantado por una fábula de Hesíodo titulada “El lobo y el cabrito”. Tan corta en su lectura como contundente en su moraleja, nos recuerda lo valiosa que es la prudencia y al mismo tiempo nos demuestra que la vanidad, la prepotencia y cobardía van de la mano y son malas compañeras de viaje.
Un precioso día de primavera se hallaba un cabrito tomando el sol plácidamente en lo alto de una imponente roca cuando pasó por allí el lobo más fiero del lugar. El cabrito comenzó a hacerle burla, a sabiendas de que el lobo no podría subir hasta una roca tan escarpada.
El lobo, entonces, lo miró y dirigiéndose al cabrito le dijo sereno:
—¡Necio, no eres tú quien me insulta sino la roca sobre la que te sientas! Ya puedes darle gracias.
Moraleja: Los necios y cobardes suelen ser provocadores siempre que se creen fuera de peligro. El más fanfarrón, vanidoso y prepotente suele ser también el más cobarde. Y el más inseguro, de ahí que trate de mitigar sus miedos, complejos e inseguridades mostrando una fortaleza fingida. La humildad es la virtud que contrarresta los anteriores defectos y nos recuerda quiénes somos y de dónde venimos.