El hombre y la culebra: Hace un tiempo, un hombre iba al bosque a conseguir madera para quemarla y poder cocinar los alimentos en su casa. Después de una larga jornada, regresaba a casa, cansado y con la leña lista. Sin embargo, se encontró con una culebra a mitad del camino. El reptil rastrero había caído en la trampa que había puesto un cazador, estaba atado a una rama clavada en el suelo. El hombre decidió detenerse para ayudar a la pobre serpiente.
El señor dejó en el suelo las maderas y se acercó poco a poco a la serpiente diciéndole que podía estar tranquila, que él la ayudaría. La culebra estuvo quieta mientras el hombre la liberaba de la trampa y en el momento en el que el hombre acabó de deshacer el nudo, la serpiente atacó enrollándose alrededor del cuello del hombre y este suplicó:
-Suéltame, por favor. Yo te liberé, ¿por qué me haces esto?-dijo.
-No puedo controlarme.-replicó ella-. Este es mi instinto.
El hombre, pensando que era injusto, llamó a un zorro que pasaba para que fuera juez de la situación. El zorro dijo que no podía juzgar algo que no había visto, así que repitieron los hechos en una dramatización. El zorro intervino y aclaró:
-La culpa es de ambos, deben saberlo.-se dirigió al hombre-Tú sabías que era una serpiente salvaje, que seguiría sus instintos, sabías que eso podía pasar y tomaste el riesgo.-se dirigió a la serpiente-Y tú actuaste mal al no intentar controlar tus instintos, él te ayudó y lo traicionaste.
Finalmente, el hombre y la culebra siguieron por caminos separados y no pasó nada grave, pero ambos habían aprendido sus lecciones.
Moralejas. El hombre y la culebra
Lo curioso de la fábula de El hombre y la culebra son sus moralejas. Normalmente en una fábula encontramos sólo una moraleja, pero esta deja tres pequeñas lecciones de cada uno de los personajes.
- El zorro: esta es la moraleja más breve. El zorro actuó bien al aclarar que no podría hacer un juicio si no había visto lo que había ocurrido. De esta manera se mantuvo imparcial porque él no tenía nada que ver en el problema.
- El hombre: en ocasiones por querer ser buenos con los demás podemos salir perjudicados. A veces, tenemos que ver a quién estamos extendiendo el brazo, y si esa persona, por su carácter, puede acabar haciéndonos daño en el futuro. El instinto de la culebra la haría traicionar al hombre, y el hombre debía saber eso.
- La culebra: esta tiene que ver más con el carácter personal. Debemos ser agradecidos cuando nos ayudan, incluso si solemos comportarnos de mala manera. No podemos ir toda la vida justificando nuestros malos actos diciendo que “así nacimos” porque como humanos podemos escapar del “instinto” y sobre todo de las malas costumbres.
Sin duda alguna, esta fábula deja lecciones importantes que podemos aplicar diariamente en nuestra convivencia escolar, laboral, en casa o con nuestros amigos.