Del valor de las personas y los bienes versa el relato corto de esta semana, que lleva por título “El hombre rico”. Conviene no olvidar nunca la enseñanza que nos deja.
Un hombre muy rico llegó a un pueblo que no conocía. No llevaba compañía; lo único que traía con él era su dinero. Entró en una cantina y, haciendo alarde, se sentó en una mesa. Llamó al mesero y en voz alta se dirigió a él:
—Mesero, sirve a cada uno de los presentes lo que gusten. ¡Yo pago!
El mesero, obedeciendo la orden, sirvió a cada uno de los presentes, los cuales, agradecidos, sonreían y trataban de ser amables con el desconocido. El hombre sintiéndose muy importante se acercó a la barra para hablar con el encargado:
—Quiero comprar la casa más grande de este pueblo. Tengo mucho dinero y puedo pagar lo que sea.
El encargado, bastante impresionado y muy servicial, se ofreció a ayudarlo:
—Estaré encantado de poder ayudarlo. Ahora mismo envío a uno de mis empleados a buscar esa casa para usted.
El hombre consiguió mudarse a una gran casa, donde hacia maravillosas fiestas y todo el pueblo comía, bebía, y hacía lo posible por cumplir los caprichos del rico. Este se sentía muy importante, tanto, que comenzó a tratar a todos como sus sirvientes, y ellos, por disfrutar de los regalos y todo lo que obtenían de él, soportaban su mal trato, altanería y humillaciones.
Tanto fue lo que el hombre rico gastó para impresionar y comprar la admiración de los habitantes del pueblo, que sin percatarse su fortuna se fue acabando. De pronto se dio cuenta de que no tenía dinero. Y entonces se acabaron las fiestas y los regalos, y los habitantes del pueblo se fueron alejando. El hombre rico se quedó pobre y solo, quejándose de su suerte y reprochando que ahora nadie se acercaba a él.
Un buen día se acercó de nuevo a la cantina, pero esta vez todos lo ignoraban. Caminó hasta el encargado, hablándole en tono de reproche:
—Es un pueblo de interesados. ¿Qué pasa? ¿Que ahora nadie me conoce?
El encargado le respondió:
—Aquí nadie te conoció jamás. Sólo conocieron tu dinero. Compraste la admiración de todos, pero nunca hiciste nada por mostrarnos tu corazón y ser amigo de alguien.
El hombre entonces se dio cuenta de su gran error. Nadie sabía cómo era en realidad porque nunca mostró su personalidad, sólo su dinero.Moraleja: Si sólo vales lo que tienes realmente no vales nada.