Trabajando un gusano su capullo,
la araña, que tejía a toda prisa,
de esta suerte le habló con falsa risa
muy propia de su orgullo:
¿Qué dice de mi tela el señor gusano?.
Esta mañana la empecé muy temprano,
y ya estará acabada al mediodía.
Mire qué sutil es, mire qué bella….
el gusano con sorna respondía:
usted tiene razón: así sale ella.
En un árbol frondoso se encontraba un gusano muy ocupado armando su capullo. Tanto tiempo había trabajado que había perdido la noción de los días. Así, él trabajaba sin descanso por días y noches enteras. El gusano solo quería que su capullo se viera perfecto.
Un buen día, se acercó a su capullo una araña y, al observar el capullo del gusano, comenzó a tejer una tela de araña. Luego de un rato, la araña le habló al gusano y le dijo:
- Mira que bonita es mi tela de araña. La he comenzado hoy por la mañana, pero para el atardecer ya la habré terminado ¿Qué dice de mi tela señor gusano? – dijo la araña.
La araña presumida deseaba demostrar su labor y rapidez frente a la lentitud de su amigo, el gusano. Por su parte, el gusano lento pero seguro del trabajo que estaba haciendo con su capullo, le respondió:
- Es cierto que su trabajo es muy bello, doña araña. Pero, así como es bello su telar, también es muy frágil. Verá usted: si se acerca un viento fuerte, su tela se desarmará y se romperá por completo. Si llueve muy intensamente sucederá lo mismo y usted se habrá quedado sin su preciado telar. Sin embargo, mi capullo, aunque estará listo en unos cuantos días, me protegerá de los vientos y de la lluvia y me dará abrigo en caso de mucho frío. Como verá, mi querida amiga araña, yo deseo construir mi hogar lentamente, pero sabiendo que este será seguro y resistente. Espero que usted disfrute de la espontaneidad de su telar, pues yo prefiero disfrutar por más tiempo de mi hogar.
Así, con estas palabras la araña se quedó observando a su amigo pues, en vez de conseguir presumir sobre el mismo, quedó maravillada por sus palabras de grandeza y verdad. Entonces, la araña no tuvo más alternativa que retirarse con la cabeza baja de aquel lugar e ir a presumir sobre su rapidez a otros árboles.
Moraleja:
Consideremos la calidad de la obra y no el tiempo que se ha tardado en hacerla.