AJEDREZ EDUCATIVO – El fuego y el clarín

Con el relato corto de esta semana, títulado “El fuego y el clarín”, queremos poner en valor la importancia que tiene la experiencia y, si se carece de esta, lo necesario que es el aprendizaje.

Cuenta la leyenda que había un pueblo en el que se producían incendios devastadores con gran frecuencia, que arrasaban con las casas y los edificios de todo el mundo a cada poco tiempo. Sus habitantes decidieron reunirse un buen día para poner fin al problema y para ello pusieron en común una serie de propuestas aportadas por todos los lugareños.

En medio de la reunión, y entre todo el griterío que se había organizado, un joven alzó la voz y explicó su propuesta:

—Me he dado cuenta de que cruzando el pueblo, al otro lado del bosque hay un pueblo muy similar al nuestro que nunca tiene incendios como los que tenemos nosotros. Propongo viajar hasta allí y averiguar cuál es su secreto.

Al escuchar las sabias palabras del joven todo el pueblo estuvo de acuerdo en que esa era la mejor opción, así que le encomendaron la difícil misión de viajar al otro pueblo y recabar información para solventar el problema.

Tras largas horas de viaje, el joven llegó finalmente al pueblo que se encontraba al final del bosque, donde un grupo de lugareños le esperaba amistosamente para explicar su secreto:

—No es que tengamos menos incendios que vosotros. Simplemente nos preocupamos más de apagarlos cuanto antes y con más rapidez que vosotros —, le comentaron los vecinos del nuevo pueblo.

—¿Y cómo hacéis para apagarlos antes que nosotros?—, preguntó el joven confuso.

—Muy sencillo, tenemos un clarín, una especie de corneta, que tocamos en cuanto se produce un incendio para alertar al resto del pueblo.

Tras oír el gran secreto, el joven regresó rápidamente a su pueblo para contárselo a todo el mundo. Una vez allí compraron un clarín que colocaron en el centro de la plaza del pueblo, sobre un atril.

De esta forma, tanto el joven como todos los habitantes del pueblo estaban seguros de que sus problemas con los incendios se habían acabado, pues haciendo uso del clarín se podía advertir rápidamente a todo el mundo.

Sin embargo, en la realidad eso no fue lo que ocurrió, ya que en ese pueblo nadie sabía tocar el clarín y los incendios siguieron sucediéndose y arrasando todo sin que ningún habitante pudiera hacer nada.

Moraleja: A veces no sirve imitar a alguien para solucionar los mismos problemas, sino que debemos contar con los conocimientos propios y herramientas que nos permitan sacar nuestras soluciones adelante. Escuchar consejos y asumirlos está muy bien… siempre y cuando sepamos cómo ponerlos en marcha.

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