Alguien dijo que hacia atrás, ni para tomar impulso. El que pronunció tales palabras tal vez se excediese en su apreciación pero en el fondo estaba lleno de razón. Para aprender de los errores y no volver a cometerlos precisamos de una retrospectiva al pasado, pero si queremos crecer como persona es necesario que miremos hacia delante, siempre en clave de futuro. Con “El chiste y el sabio” lo entenderemos mejor.
Cuentan que, en un antiguo reino habitaba un hombre anciano muy conocido en todas partes por su gran sabiduría. Al comienzo solo aconsejaba a sus familiares y amigos cercanos. Sin embargo, su fama creció tanto que el propio soberano lo llamaba frecuentemente para consultarlo.
Todos los días llegaban muchas personas a recibir sus sabios consejos. Sin embargo, el anciano notó que había varios vecinos que iban todas las semanas. Lo peor es que siempre le contaban los mismos problemas, y aunque el sabio les daba los mismos consejos, luego no los ponían en práctica. Todo se había convertido en un círculo vicioso.
Un día, el viejo reunió a los consultantes frecuentes. Una vez allí les contó un chiste muy divertido, tanto, que casi todos se desternillaran de la risa durante un largo rato. Transcurrido un rato volvió a contar el mismo chiste y solo consiguió sacar una sonrisa a la mayoría. Volvió a contarlo por tercera vez pero ya ninguno de los presentes ni reía ni sonreía. Siguió contándolo durante tres horas. Al final, todos estaban desesperados. Entonces el sabio, esbozando una sonrisa se dirigió a quienes le habían escuchado atentamente para decirles:
—No lo entiendo. ¿Por qué no pueden reírse varias veces del mismo chiste, pero sí pueden llorar mil veces por el mismo problema?
Moraleja: La preocupación no resolverá tus problemas, solo te hará perder el tiempo y la energía. Afróntalos de cara y trata de solucionarlos, pero no estés en vilo pensando constantemente en ellos.