AJEDREZ EDUCATIVO – El billete de cien euros

El desánimo es, posiblemente, el peor enemigo con el que pueden topar nuestros proyectos, sueños e ilusiones. Curiosamente anida en el interior de cada individuo, por lo que de nosotros y solo de nosotros depende ahuyentarlo o permitirle que nos domine. “El billete de cien euros” nos muestra el camino a seguir.

Luis, había quedado en un bar para tomar un café y conversar con Patricia, su mejor amiga. Las cosas no le iban bien últimamente. Había tenido problemas en su trabajo, una inversión equivocada le había hecho perder mucho dinero, la relación con su pareja no pasaba por su mejor momento y  para colmo empezaba a dudar de su vocación de periodista, profesión a la que se llevaba dedicando desde hacía quince años. Todo parecía estar mal en su vida. Tal cúmulo de adversidades había incidido negativamente en él, y ahora tenía la autoestima por los suelos. Deprimido, Luis descargó en Patricia todas sus angustias.

Tras escuchar a su amigo Patricia introdujo la mano en su cartera, sacó un billete de 100 euros y le dijo:

—¿Quieres este billete?

Luis, un poco confundido al principio, le contestó:

—Claro, Patricia. Son 100 euros ¿Quién no los querría?

Patricia entonces tomó el billete en uno de sus puños y lo arrugó hasta hacerlo una pequeña bola. Mostrándole la estrujada pelotita a Luis volvió a preguntarle:

—Y ahora, ¿lo quieres también?

—Patricia, no sé qué pretendes con esto, pero siguen siendo 100 euros. Por supuesto que lo aceptaré si me lo das—, contestó Luis.

Patricia desdobló el billete, lo tiró al suelo y lo pisoteó. Sucio y marcado se agachó para cogerlo.

—¿Lo sigues queriendo?—, volvió a preguntarle.

—Mira, Patricia, sigo sin entender a donde quieres llegar, pero es un billete de 100 euros y mientras no lo rompas conserva su valor—, le replicó Luis.

—Luis, debes saber que aunque a veces algo no salga como quieres, aunque la vida te arrugue o pisotee y por más golpeado que puedas estar en un momento determinado, tú sigues siendo tan valioso como siempre has sido.

Luis se quedó mirando a Patricia sin atinar decir palabra alguna mientras el impacto del mensaje penetraba profundamente en su cerebro.

Moraleja: ¿Cuántas veces dudamos de nuestro propio valor, de que realmente merecemos más y hasta nos tenemos claro que podamos conseguir algo por más que nos esforcemos y nos lo propongamos? Sucede con frecuencia, especialmente cuando el infortunio nos golpea. Tengamos fe en nosotros mismos y valorémonos en nuestra justa media. Claro que no basta con el mero propósito. Es necesario poner manos a la obra.

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