AJEDREZ EDUCATIVO – El árbol confundido

Con el relato corto de esta semana recordaremos un escenario cotidiano, que se repite día a día en cualquier rincón del planeta y que nos impide ser nosotros mismos y sentirnos realizados. ¿Cuántas veces los padres proyectan sus aspiraciones personales en sus hijos para que estos sigan sus pasos o lleguen a ser lo que ellos no pudieron?

Érase una vez un hermoso jardín con manzanos, naranjos, perales y bellísimos rosales. Todos ellos, felices y satisfechos. La alegría sería plena en el jardín de no ser por un árbol, que se sentía profundamente triste.

El pobre tenía un problema: no sabía quién era.

—Lo que te faltaba es concentración. Si realmente lo deseas e intentas podrás tener sabrosas manzanas, como yo. ¿Ves que fácil es?—, le decía el manzano.

—No lo escuches. Es más sencillo tener rosas. ¿Y ves lo hermosas que son?—, le replicaba el rosal.

Y el árbol, desesperado, intentaba todo lo que sus compañeros le sugerían. Y como no lograba ser como los demás se sentía cada vez más frustrado.

Un día llegó hasta el jardín el búho, a quien avalaba su merecida fama de ave sabia. Al ver la desesperación del árbol exclamó:

—No te preocupes. Tu problema no es tan grave. Es el mismo de muchísimos seres sobre la tierra. Te daré la solución: no dediques tu vida a ser como los demás quieran que seas—, y dicho esto el búho desapareció.

Cerrando los ojos y oídos, abrió el corazón, y por fin pudo escuchar una voz procedente de su interior:

—Tú jamás darás manzanas porque no eres un manzano. Tampoco florecerás cada primavera porque no eres un rosal. Eres un roble y tu destino es crecer grande y majestuoso. Dar cobijo a las aves, sombra a los viajeros, belleza al paisaje, … Tienes una misión. Cúmplela.

Y el árbol se sintió fuerte y seguro y se dispuso a ser todo aquello para lo cual había sido creado. Así, pronto llenó su espacio, fue admirado y respetado por todos y solo entonces fue completamente feliz.

Moraleja: En la vida todos tenemos una misión que cumplir y un espacio que llenar. Solo hay que saber escuchar en lo más profundo de nuestro ser para saber en verdad quienes somos. No te esfuerces en ser lo que los demás quieren que seas. ¡Sé tú mismo!

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