AJEDREZ EDUCATIVO – AJEDREZ EDUCATIVO

Los consejos suelen ser enriquecedores, especialmente si provienen de personas con experiencia. Pero no olvidemos que la última palabra siempre corresponde a nosotros. Es la enseñanza que nos deja el relato corto de esta semana, titulado “El abuelo, su nieto y el burro”.

Un abuelo y su nieto salieron de viaje con un burro. El niño había pasado las vacaciones de verano con su abuelo y ahora regresaba a casa de sus padres para empezar nuevamente el colegio. A ratos, el abuelo o el nieto se subían en el burro y así iban haciendo el viaje más cómodo.

El primer día del trayecto llegaron a un pueblo. Al entrar en él el abuelo iba sentado sobre el burro y el nieto caminaba a su lado. Al pasar por la calle principal los lugareños se enfadaron cuando vieron al viejo sobre el burro y al niño caminando y decían:

—¡Parece mentira! ¡Qué viejo tan egoísta! Va montado en el burro y el pobre niño tiene que ir a pie.

Al salir del pueblo, el abuelo se bajó del burro y reemprendió la marcha a pie junto a su nieto, que también caminaba, hasta que llegaron a otra localidad. Como en ese momento ambos iban andando al lado del burro un grupo de muchachos se burló de ellos diciéndoles:

—Sois idiotas. ¿Para qué tenéis un burro si los dos vais andando?

Salieron entonces del pueblo y el anciano subió al pequeño en el burro para continuar el camino. Al llegar a otra aldea la gente se echaba las manos a la cabeza mientras exclamaba:

—¡Qué poca educación! El abuelo andando mientras el pequeño tan cómodamente sentado, con la agilidad que a buen seguro tiene.

Por ello, al salir de la aldea el abuelo se montó también a lomos del burro. Al rato pasaron junto a unos campesinos, que, a voz en grito, los tacharon de sinvergüenzas e inhumanos, pensando en el burro, cargado y fatigado con los dos a cuestas:

—¡Vais a reventar al pobre animal!

Así que el abuelo y el nieto cogieron al pobre burrito y como pudieron lo llevaron a cuestas hasta la siguiente población. La gente, nada más verlos, se echaron las manos a la cabeza mientras les llamaban de todo:

—¡Hay que ver esta esta pareja de tontos cargando con un burro! ¡Los burros son ellos! Qué gente tan rara y tan absurda viene de otras tierras. Tienen un burro y en lugar de montarse lo llevan a cuestas—, se decían entre ellos.

Al salir del pueblo, el abuelo, tras unos momentos de reflexión, se dirigió a su nieto para decirle:

—Ya ves que hay que tener opinión propia y no hacer caso de lo que digan los demás, puesto que lo que para unos está bien para otros es una estupidez.

Moraleja: Aunque escuchar las opiniones ajenas nos servirá para realizar una evaluación antes de la toma de decisiones debemos tener criterio propio y actuar según nuestro convencimiento y escala de valores.

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